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domingo, 16 de febrero de 2014

Gerencia y Bienestar, Tema: Gerencia de la Humildad, Invitado: Hildemaro Infantes Iglesias 150214


Gerencia de la Humildad
Por Hildemaro Infante
(H.Infante & Asociados, www.hinfante.com)
La Humildad es el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y actuar de acuerdo con este conocimiento, es la ausencia de soberbia, es una característica de las personas modestas que no se sienten más importantes o mejores que otros. Es entender que necesitamos de apoyo y que el logro individual nunca será superado por el logro de los equipos, y cualquier meta alcanzada por grande que sea no significa nada sino tenemos con quien compartirla.
Humildad es actuar con equilibrio, sin excederse, aprovechar todo lo bueno que poseemos, para obrar bien hacia tus semejantes, el humilde lo caracteriza su sencillez y pide ayuda cuando lo requiere. Humildad es no olvidar nunca quienes somos y dónde venimos.
Para una organización contar con líderes inteligentes con un ego de proporciones colosales es negativo, ellos son los que contribuyen a la posterior decaída, desaparición y continua mediocridad de la empresa. El verdadero liderazgo necesita una alta dosis de humildad y modestia y el compromiso de modelar comportamientos coherentes en pensamientos y actuación que permitan alcanzar los objetivos de la empresa. Un líder humilde debe actuar con equilibrio, sin excederse, aprovechar todo lo bueno que poseemos, para obrar bien hacia tus semejantes, el humilde lo caracteriza su sencillez y pide ayuda cuando lo requiere. Humildad es no olvidar nunca quienes somos y dónde venimos.

•           Practicar la modestia y rechazar la adulación publica, nunca se jacta.
•           Establecer normas que regulen, no dejar que en el carisma sea el único criterio.
•           Canalizar sus ambiciones hacia su equipo y la organización, no hacia sí mismo.
•           Escoger un sucesor para lograr más éxito en la siguiente generación.
•           No vivir de logros pasado y plantearse el futuro como objetivo.
•      Al momento de asignar el mérito de la compañía mira por la ventana, le asigna el éxito a sus colaboradores, al trabajo constante y al compromiso del Equipo de trabajo.
•           Donde hay humildad hay sabiduría. Sin humildad no hay conocimiento de sí mismo y, por tanto, falta la sabiduría.
Es difícil conocerse ya que la soberbia, que siempre está presente dentro de nosotros, ensombrece la conciencia, busca justificaciones a los fallos. Es frecuente que, ante un hecho en el que nuestra actuación fue negativa, el orgullo se niegue a aceptar que aquella acción haya sido real, y se llega a pensar no es malo lo que hice y la culpa es de los demás.
Una vez que se ha conseguido un conocimiento propio profundo, es que llega viene el Segundo Escalón de la Humildad: Aceptar la propia realidad. Resulta difícil porque la soberbia se rebela cuando la realidad es fea o defectuosa. Aceptarse no es lo mismo que resignarse. Si se acepta con humildad un defecto, error, limitación, se sabe contra qué luchar y se hace posible la victoria, no se camina a ciegas sino que se conoce dónde poner las Energías.


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