gerenciaybienestar@gmail.com, @gerenciaybienes

miércoles, 2 de julio de 2014

Gerencia y Bienestar 280614, Gerenciando el Mundial


Texto escrito por César Yacsirk, diagramación y montaje Daniel Pérez Jiménez.

Desde el mismo inicio de la llamada “gran fiesta futbolística”, no queda un espacio libre de este deporte. No hay espacio público o privado donde no haya un televisor sintonizado en el mundial de fútbol. Desde un puesto de hamburguesas o perros calientes ambulante, hasta el restaurante más ostentoso, siguen de cerca cada partido de equipos cuya bandera, país, idioma, religión o ubicación geográfica fuera medianamente conocida.
  Croacia versus Camerún o Bosnia versus Irán generaron probablemente discusiones encarnizadas a causa de una jugada dudosa o la calidad del arquero. No me sería difícil observar a dos personas abrazarse ante un gol de Costa de Marfil con la obligatoria celebración posterior.

En las oficinas y ambientes organizacionales podrían seguramente observarse dos posturas ante el fenómeno. La primera,  prohibir  tácita o explícitamente el seguir las incidencias del mundial. Una norma que conviviría seguramente con la quiniela informal promovida por cualquier empleado o por el jefe mismo. Es aquí donde aparecen las reuniones fuera de la oficina en las horas de cada partido clave o la diligencia de último minuto justo al inicio de una confrontación futbolística importante.
La segunda postura y ante la realidad existente, permitir y hasta favorecer que cada persona pueda seguir cada movimiento del balón, colocando pantallas en áreas comunes. Paradójicamente, puedo casi aseverar que es menor el tiempo que un trabajador se queda pegado a un juego “autorizado” que si seguir el partido fuera una actividad clandestina.
Se desata una necesidad imperiosa por gritar a todo pulmón Goooooollll hasta quedarse sin aliento y enrojecer uno y los vecinos, sin antes haber sido hincha de ningún equipo ni seguidor de ninguna liga. El solo conocer la regla básica basta para empaparse de este deporte: pelota que pasa el arco y pega en la malla, es una buena o mala noticia.
Creo que lo narrado anteriormente encierra una lección. Cada cuatro años y durante un mes, se paraliza todo un país y el mundo en función a este deporte. Personas con poca vinculación estrecha con el deporte se unen como el seguidor de la liga española, italiana o la copa América.
Celebramos fácilmente los éxitos del otro, aunque ese otro no sea cercano o no sepamos de donde viene. Nos colocamos una camiseta del equipo apreciado, independientemente de si corresponde al color preferido.  Se sufre si el equipo pierde, pero sin dejar de asimilar la derrota, se sigue el deporte hasta definir un campeón.
Seguimos a los jugadores virtuosos, sus historias, sus logros. Muchos de estos jugadores inspiran a otros en seguir un camino similar o a asumir los triunfos y derrotas con hidalguía.
Buscando las enseñanzas del mundial y su extrapolación a la vida y a las organizaciones, diría lo siguiente:
Convertir nuestras actividades por muy simples o complejas que estas sean, en un motivo de celebración diario. Resalta tus pequeñas victorias.
Celebrar asimismo  con el equipo o grupo social las  victorias personales y comunes.
Hacer que nuestras actividades y las  actividades de las personas que trabajan contigo, sean retadoras, llamativas y muy importante, con las reglas claras.
Apoyarse en técnicas de marketing para fidelizar a tu equipo entre si y con la organización a la cual pertenezcan. Claves comunes, lemas que los identifiquen, puntos de unión.
Resaltar al líder que inspire, más allá de su cargo o su rol. Invita a otros a ser héroes también.
Trabajar en aprender de las derrotas y sobreponerse a ellas tanto como reconocer y exaltar los éxitos alcanzados.


El todo está en darle la vuelta

No hay comentarios:

Publicar un comentario