La
era industrial se acabó – bienvenido a la era del conocimiento
Por Thomas A. Stewart
RESUMEN
EJECUTIVO
Cada
día son más las empresas que se dedican a vender información y conocimiento en
lugar de productos. El trabajo intelectual está en ascenso, la fabricación de
productos en descenso. El conocimiento se está convirtiendo en un ingrediente
más importante de lo que creamos, vendemos o compramos, sustituyendo a los
activos tradicionales como tierra, equipos y mano de obra.
Administrar
el capital intelectual – encontrarlo, cultivarlo, almacenarlo,
compartirlo y venderlo – se está convirtiendo en una de las actividades más
importantes para las empresas . No es una tarea fácil, puesto que en su mayoría
son intangibles – no se pueden tocar, mover o valorar fácilmente.
En
este libro, Stewart ayuda a clarificar y organizar la gran masa de activos
intelectuales intangibles con la que cuenta una
empresa. Comienza por separarlos
en tres
grupos de capital:
-Humano-Estructural-Clientelar-
Aunque
cada uno de ellos sigue siendo intangible, se describen cosas que los gerentes
pueden entender, organizar, administrar y hacer crecer sus empresas .
Más
allá de reconocer que la información es el activo más importante de la empresa,
es necesario traducir las teorías y buenas intenciones en planes y estrategias
que lleven a mejo - ras del desempeño. Stewart le ayudará en esa transición desde
la corporación industrial – en la que todo se mide en términos de activos
físicos y financieros – hacia la empresa del conocimiento.
¿Qué
es el capital intelectual?
El
capital intelectual es conocimiento, pero no cualquier tipo de conocimiento –
tiene que ser útil para la empresa. Un empleado puede ser un excelente pianista, pero esa destreza no tiene utilidad para el negocio.
El
conocimiento no se convierte en capital hasta que es captura - do y empaquetado
de forma que pueda ser usado o apalancado
para
el bien de la compañía. Un empleado puede tener una idea brillante sobre cómo
mejorar la producción. Esa idea es
tan inútil como tocar piano, si la idea se queda en su cabeza.
Convertir
la idea en un paquete utilizable es fácil; se puede hacer explícito simplemente escribiendo la idea y
entregándola como sugerencia al gerente.
Sin
embargo, buena parte del capital intelectual es inexpresable, es conocimiento
tácito – por ejemplo, la experiencia y experticia de un vendedor acumulada por
años. ¿Cómo se puede empaquetar y apalancar ese tipo de conocimiento?
Para
que el conocimiento tácito sea valioso para la empresa, debe hacerse explícito;
expresarse en forma que se pueda examinar, mejorar y compartir. El primer paso
en el proceso es saber dónde buscarlo .
El
capital intelectual de una empresa se encuentra en tres sitios:
Capital humano :
El conocimiento de individuos que crean soluciones para los
clientes. Ejemplo: el empleado cuya sugerencia agrega riqueza a la empresa.
Capital
estructural : Los sistemas requeridos para compartir y transportar el
conocimiento, tales como sistemas o laboratorios de información. Son necesarios
para apalancar el poder mental de los empleados, de forma que la compañía pueda
usarlo.
Capital
clientelar: Las relaciones que crea y mantiene con sus clientes. Su prestigio
y sus marcas, son ejemplos de este tipo de capital, puesto que atraen y
mantienen clientes.
Para
lograr el éxito, los tres elementos deben estar presentes e interactuar entre
sí.
Por ejemplo,
una buena idea
(humano) sin los medios para
comunicarla (estructural) no
llega lejos. Por
otro lado, una buena relación con el cliente puede
desaparecer si el recurso humano no está al día con la tecnología.
Es
necesario separar la información trivial y transitoria de los activos
intelectuales a largo plazo.
El
número telefónico de un cliente importante es trivial – cualquiera puede
obtenerlo, p ero la relación que mantiene su empre sa con ese cliente sí es
capital intelectual, porque le da una ven- taja sobre sus competidores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario