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lunes, 28 de julio de 2014

Gerencia y Bienestar 260714 Éxito Contagioso


Entendido como uno de los fenómenos más positivos pero a la vez más complejos que puede vivir el ser humano, podemos describir al éxito como una situación de triunfo o logro en la cual la persona obtiene los resultados esperados y, por lo tanto, se encuentra satisfecha en ese aspecto. El éxito puede ser planeado o suceder espontáneamente dependiendo de la situación en la que ocurra. Por lo general, la noción de éxito se relaciona con el ámbito laboral y social, pero poseer éxito o triunfar en la vida es un concepto mucho más amplio que se puede aplicar a cosas desde lo más pequeñas a lo más grandes y significativas.

Desde Definicion ABC: http://www.definicionabc.com/general/exito.php#ixzz38l0wDMVm

miércoles, 16 de julio de 2014

Gerencia y Bienestar 120714 Froilán Fernández Computadoras Inteligentes

Froilán Fernández, el invitado a Gerencia y Bienestar es  TSU y Lic en Electrónica (Universidad de Rennes, Francia). M.Sc. En Sistemas Digitales. Universidad de Brunel, Inglaterra. Periodista. Profesor de la Universidad Pedagógica Libertador UPEL. 30 años como divulgador de temas de TI. 
Asesor en Redes Sociales Empresariales. Columnista de El Nacional y de la revista Sala de Espera.

Tema del programa:
Las computadoras inteligentes o Cómo crear una mente.
Escrito por @froilan

En busca de la singularidad.
Con datos tomados desde 1958 hasta 1965, Gordon Moore estableció una sencilla ley: “El número de transistores dentro de un chip se duplica cada 18 meses”. Casi medio siglo después, la ley de Moore sigue teniendo vigencia y ya se están encapsulando miles de millones de transistores en un chip procesador, mientras que la distancia mínima entre los elementos del chip se mide en nanómetros (mil-millonésimas de metro).


Los smartphones y tabletas actuales han aprovechado esta mejora exponencial en el rendimiento, pero la gran pregunta es: ¿podrá este crecimiento exponencial del poder de cómputo de los chips llevarnos a una máquina realmente inteligente?

Neuronas binarias
Guardando las distancias, una neurona se comporta como un transistor, de forma binaria. Del mismo modo que el transistor es una puerta lógica, la neurona se activa o no se activa. El estímulo puede ser analógico, pero la respuesta es digital.
La cantidad no lo es todo, pero en el caso del cerebro humano, el número de neuronas todavía supera en varios órdenes de magnitud a los transistores de un procesador convencional, pero estamos a menos de una década para que un supercomputador igual en poder de cómputo al cerebro. Y a menos de 20 años para que un PC adquiera esa capacidad intelectual que hoy nos negamos a conceder a una máquina. 

Es extraño que la humanidad acepte sin chistar todas las prótesis mecánicas y electrónicas, como autos super-veloces, aviones supersónicos, o celulares de alcance planetario, pero no acepta de buen grado que unos circuitos de silicio puedan tomar decisiones autónomas.

La singularidad, como ha denominado Ray Kurzweil al hito en el que las máquinas nos alcanzan en el orden intelectual, puede ser enormemente beneficiosa. Piense solamente en la posibilidad de hacerle un backup a su cerebro y poder restituir la información en caso de una contingencia o en la valiosa sinergia entre máquinas y humanos que permitiría buscar y recopilar información en un proceso asistido por un asistente digital inteligente. 

miércoles, 2 de julio de 2014

Gerencia y Bienestar 280614, Gerenciando el Mundial


Texto escrito por César Yacsirk, diagramación y montaje Daniel Pérez Jiménez.

Desde el mismo inicio de la llamada “gran fiesta futbolística”, no queda un espacio libre de este deporte. No hay espacio público o privado donde no haya un televisor sintonizado en el mundial de fútbol. Desde un puesto de hamburguesas o perros calientes ambulante, hasta el restaurante más ostentoso, siguen de cerca cada partido de equipos cuya bandera, país, idioma, religión o ubicación geográfica fuera medianamente conocida.
  Croacia versus Camerún o Bosnia versus Irán generaron probablemente discusiones encarnizadas a causa de una jugada dudosa o la calidad del arquero. No me sería difícil observar a dos personas abrazarse ante un gol de Costa de Marfil con la obligatoria celebración posterior.

En las oficinas y ambientes organizacionales podrían seguramente observarse dos posturas ante el fenómeno. La primera,  prohibir  tácita o explícitamente el seguir las incidencias del mundial. Una norma que conviviría seguramente con la quiniela informal promovida por cualquier empleado o por el jefe mismo. Es aquí donde aparecen las reuniones fuera de la oficina en las horas de cada partido clave o la diligencia de último minuto justo al inicio de una confrontación futbolística importante.
La segunda postura y ante la realidad existente, permitir y hasta favorecer que cada persona pueda seguir cada movimiento del balón, colocando pantallas en áreas comunes. Paradójicamente, puedo casi aseverar que es menor el tiempo que un trabajador se queda pegado a un juego “autorizado” que si seguir el partido fuera una actividad clandestina.
Se desata una necesidad imperiosa por gritar a todo pulmón Goooooollll hasta quedarse sin aliento y enrojecer uno y los vecinos, sin antes haber sido hincha de ningún equipo ni seguidor de ninguna liga. El solo conocer la regla básica basta para empaparse de este deporte: pelota que pasa el arco y pega en la malla, es una buena o mala noticia.
Creo que lo narrado anteriormente encierra una lección. Cada cuatro años y durante un mes, se paraliza todo un país y el mundo en función a este deporte. Personas con poca vinculación estrecha con el deporte se unen como el seguidor de la liga española, italiana o la copa América.
Celebramos fácilmente los éxitos del otro, aunque ese otro no sea cercano o no sepamos de donde viene. Nos colocamos una camiseta del equipo apreciado, independientemente de si corresponde al color preferido.  Se sufre si el equipo pierde, pero sin dejar de asimilar la derrota, se sigue el deporte hasta definir un campeón.
Seguimos a los jugadores virtuosos, sus historias, sus logros. Muchos de estos jugadores inspiran a otros en seguir un camino similar o a asumir los triunfos y derrotas con hidalguía.
Buscando las enseñanzas del mundial y su extrapolación a la vida y a las organizaciones, diría lo siguiente:
Convertir nuestras actividades por muy simples o complejas que estas sean, en un motivo de celebración diario. Resalta tus pequeñas victorias.
Celebrar asimismo  con el equipo o grupo social las  victorias personales y comunes.
Hacer que nuestras actividades y las  actividades de las personas que trabajan contigo, sean retadoras, llamativas y muy importante, con las reglas claras.
Apoyarse en técnicas de marketing para fidelizar a tu equipo entre si y con la organización a la cual pertenezcan. Claves comunes, lemas que los identifiquen, puntos de unión.
Resaltar al líder que inspire, más allá de su cargo o su rol. Invita a otros a ser héroes también.
Trabajar en aprender de las derrotas y sobreponerse a ellas tanto como reconocer y exaltar los éxitos alcanzados.


El todo está en darle la vuelta